#ElPerúQueQueremos

Iván Thays

Empachados de intolerancia

Publicado: 2012-02-06

“Amo demasiado a mi país para ser nacionalista” -Albert Camus.

El reciente comentario gastronómico del escritor Iván Thays en una columna del diario El País ha dado que hablar. El Perú entero ha apedreado mediáticamente a Thays, calificándolo entre otras cosas de vendido, anti patriota y perfecto desconocido.

Desafortunados sucesos como este dejan muchas al descubierto. En primer lugar lo más grave: nuestra cocina no se ha vuelto, como muchos creen, motivo de cohesión entre peruanos, sino todo lo contrario, detonante para las más ofensivas muestras de intolerancia entre compatriotas. El pecado de Thays ha sido no gustarle algo, como si de él dependiera algo tan subjetivo como el gusto. Es decir, hemos reducido nuestra nación, nuestra identidad al mínimo, tanto que ahora cabe en un palito de anticucho, o en una panca, rozando incluso con el absurdo: obligamos a alguien a gustar de algo. ¿Es esto posible?

En segundo lugar, el sacrificio de Thays ha permitido observar, una vez más, cuál es el papel de los medios en el acontecer diario: magnifican las dimensiones de una noticia tan insignificante (a un peruano no le gusta comer chanfainita) y difunden, a través de sus impertinentes micrófonos, la coprolalia popular, que nunca se hace esperar.

Finalmente, aunque no menos importante, queda claro que nuestro país ha perdido el rumbo. Esta inconsciente reducción de la identidad nacional ha sido categórica. Otros valores del Perú han sido olvidados en pos de Su Majestad El Ceviche. Los embelesados jóvenes light de estos tiempos no tienen la más remota idea de quién fue realmente Abimael Guzmán, según las noticias. Tal vez empachándolos con papa a la huacaína y tiradito de corvina puedan recordarlo, ¿no? Lo que es peor: ni siquiera utilizamos la gastronomía popular como vehículo, como pivote para conocer más sobre este precioso país. Nos quedamos sentados en la mesa, chupándonos los dedos. Inertes. No buscamos en libros, mucho menos en Internet (recordemos que Internet=Facebook, y nada más) cómo llegó a nosotros tal o cual producto, qué influenció en la elaboración del lomo saltado que acabamos de comer. Para esto, Gustavo Faverón propone una hipótesis interesante en este artículo. Él dice:

"De hecho, es como que uno de los valores que los peruanos rescatan de la culinaria es que pueden considerarla enteramente intuitiva, una manifestación por completo emotiva de su saber cultural, que no necesita procesarse ni estudiarse ni aprenderse, sino únicamente celebrarse".

La ley del menor esfuerzo. Dado que comer es una actividad sencilla y placentera, cuyo acto es fin en sí mismo, es factible de convertirse en tópico común, de volverse "de moda". En esa línea, podría ser nuestra triste realidad aceptar que cualquier hábito que demande un poco más de esfuerzo, verbigracia la lectura, jamás estará en boga. Y es una pena.

Pero Iván Thays, definitivamente más culto y caballero que el 90% de sus verdugos, ha respondido. Su premisa es clara: si es realmente él un don nadie, ¿por qué prestarle atención? Así, valiéndose de ironía y humor fino, este emblemático escritor ha advertido muchos de los puntos expuestos en este artículo.

Hay incluso un anecdótico encuentro entre Gustavo Faverón, defensor y amigo del escritor, y el primer chef peruano Gastón Acurio. Faverón, en su nuevo blog, dedicó unas fuertes líneas al chef, criticando sobre todo su presencia en el jurado del concurso de cuentos organizado por la revista Caretas. "Cocinero, a tus sartenes", le increpa. El cocinero, respetuoso de la crítica, comenta dicha entrada afirmando que al aceptar el cargo lo único que buscaba era ayudar, pero que consideraría la opción de renunciar. Efectivamente, ya es oficial que Gastón Acurio, probablemente a raíz de la pequeña discusión con Faverón, renunció a ser miembro del jurado.

Por ahora, lo único que se podría aconsejar es un poco de agua de azahar para los fachos de la gastronomía, para aquellos en que el seco de cabrito es una especie de entidad superior, áulica, por no decir divina. Y si en Suecia se oficializó una iglesia que diviniza a las redes sociales y al Internet, no sorprendería que aquí en Perú estén prontos a inventar el culto al ají de gallina. Paciencia y buen humor, pero sobre todo tolerancia. Celebremos los corazones que ha unido el boom gastronómico, pero no nos sazonemos demasiado, pues aún queda mucho Perú por conocer, lejos de la cocina.

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Links de interés:

"Mi problema con Gastón Acurio", artículo de Faverón que fue comentado por su aludido.

Respuesta de algunos chefs a Thays.

Iván Thays no fue el único, ni siquiera el primero, en decir lo que piensa (¡gravísimo!). Ellos también lo hicieron.

Blog oficial de Thays, uno de los mejores escritores que tenemos en esta generación.

En defensa de Iván Thays.


Escrito por

Juan Velazco

Incompetente en todas las materias del mercado. Pájaro de una sola pluma.


Publicado en

PARIA XXI

Sociedad, política y Bob Dylan